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miércoles, 1 de abril de 2009

Cerca del poder municipal

Reflexiones cerca del poder Municipal.

Esta nueva historia en el Metrocentro Sevillano comienza en Plaza Nueva.

Es un día luminoso. Acabo de salir de la oficina un día más y son alrededor de las tres de la tarde. Antes de abordar el gusano pacifico, que esta pendiente de abrir sus puertas, observo su simetría. Sus dos cabezas y sus puertas a ambos lados lo hace un transporte singular; respecto a otros vehículos de transporte público y no público.

¡Concho! Es tan simétrico por fuera, como por dentro.

Hoy, como casi siempre, estoy de pie cerca de la “cabeza tractora imaginaria” dirigida, en esta ocasión, hacia el Prado de San Sebastián. En mi tedio solitario comienzo a observar a la gente, a las personas próximas. Me encanta hacerlo.

Para mi sorpresa… ¿Quién va en cabeza?

Es el Alcalde pegado a su móvil ¿O el móvil pegado al Alcalde?
Pienso, al verlo, que me gustaría ser telépata en ese momento. Se mueve y cambia de posición en tanto habla al artefacto (ese que nos acompaña a todos lados hoy en día para estar comunicados o ¿controlados? -¿?-).Sus miradas son hacia el exterior del tranvía. Sus miradas atraviesan las ventanas del vehículo. Está ausente de su físico. Está metido en su diálogo o conflicto.

Miro a su alrededor y contemplo sus guardaespaldas que observan a los viajeros. Están repartidos entre el público para protegerlo de los violentos; esos que aún existen en nuestro nuevo siglo. Yo mandaría a los violentos con los miserables, con los ancianos, con los pobres para que viesen si allí sirven sus estúpidos procedimientos. Los reeducaría de verdad, con pocas concesiones.

¡Miserables los violentos!
Que la justicia inmanente
Os afecte solo a vosotros.
¡Lo que no suele ocurrir!
Para vuestra suerte.

¡Pobres hombres los violentos!
Pero eso es otro viaje, en Metrocentro.
Y quiero centrarme en el trayecto de hoy,
El trayecto emocional de hoy.

El Sr. Monteseirín, de pie y como un ciudadano más, continuaba hablando. Pasaron las paradas y no dejó de estar adherido al móvil; al móvil a él pegado (o era al revés).
Aunque a mi pesar no soy telépata. Si poseo cierta empatia (o imaginación –según se vea-). Una enfermedad en los tiempos que vivimos.

Observen el significado:
Empatia: Enfermedad de los estúpidos de corazón que sienten los problemas ajenos como propios. Actualmente este trastorno de la personalidad está en estudio por los psicólogos. Es una alteración de la conciencia que provoca infelicidad. Los psicólogos y psiquiatras están buscando soluciones a este problema psíquico de carácter minoritario.

En fin, otra vez se me han ido los dedos. Como iba escribiendo, el Alcalde estaba pegado al móvil; estaba triste y preocupado. También me pareció un buen hombre lleno de asuntos pendientes y personas coñazo pidiéndole favores.

¡Déjenlo en paz!
¡Déjenlo reflexionar!
Parece una buena persona… ¡No le presionen!

Esto fue un momento. Fueron cinco minutos. Desde Plaza Nueva hasta el Prado. Todo el trayecto hablando incomodo, levemente tenso y con sus lentillas puestas.

Parece usted un buen tipo. Deshágase de compromisos y de personas que no quieren trabajar. Deshágase de los pelotas. Quédese con los hombres que tienen ganas de mejorar la ciudad de Sevilla y sus distritos. Largue de su vera a todos aquellos que solo quieren mejorar sus bolsillos particulares. ¡No tenga miedo! ¿No recuerda a Juan sin miedo?

Léame, Sr. Alcalde, léame. Haga limpieza y más en tiempos de crisis. Aproveche la oferta:
PARECER y SER un buen político del pueblo llamado Sevilla, siendo leal a sus ciudadanos y no a los intereses de unos pocos.
¡Hágalo!

La lealtad a un ideal socialista es mejor que la lealtad a unos mojoneros egoístas que solo ven su ombligo.

En fin, Sr. Alcalde, fue un placer cruzarme con usted. ¡Sea! Por favor ¡Sea!…
Espero que no se le haya olvidado SER un buen hombre con los demás. Quizás sus hijos se lo recuerden, o algún misionero próximo, o un buen sacerdote amigo suyo...Ojalá pueda decir esto a los que solo usted sabe:

¡Quillo! ¡Vete a robar a otro sitio! ¡Aquí se acabo!

Engorde al municipio. Engorde a la ciudad. Sea humilde. Sea un auténtico humilde; uno de verdad. Como cuando viajó en el tranvía con nosotros como un ciudadano normal.
Bájese el sueldo públicamente mientras estemos en crisis. Por ejemplo; dé este ejemplo.
Ajústese el cinturón como muchos sevillanos. Sea usted mismo. Por favor.
Sé que es un buen hombre. Una buena persona. Ejercite su ética y su ideología política.

¡Siempre hay un camino!
Como el que seguimos durante cinco minutos
Desde la Plaza Nueva, hasta el Prado.
Un camino de hierro.
Un camino paralelo.

¡Sea humilde y auténtico!
Dé ejemplo en su caminar.

Y, con estos pensamientos y emociones, el Metrocentro llegó al Prado, se vació de personas variadas y un emotivo hombre, como yo, vio el futuro. Un futuro que siempre es bueno mientras amanezca y haya esperanza en mejorarse a uno mismo; y haya esperanza en que los demás también se mejoren a sí mismos.

Mañana seremos mejor que hoy; tenemos que garantizar eso en un entorno de paz social.
¿Acaso no hemos conseguido que el tranvía de hoy sea mejor que el del pasado?
¡Hagamos como los ingenieros¡
Ellos mejoran las maquinas.
¡Nosotros nos mejoraremos por dentro!


Constantino Carenado.

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